Cuidados Especiales después del verano (3)
En post anteriores hemos visto como la Porosidad afecta a la condición del suelo y a la apariencia de nuestra piel, además de ver cuáles son las tareas o cuidados que tenemos que realizar para conseguir los mejores resultados. En esta entrada, vamos a hablar de la Textura en el suelo del campo de golf y su similitud con nuestra piel.
La Textura en el campo de golf:
Establece el tipo de suelo por su estructura y hace referencia al tamaño de las partículas o gránulos que forman el suelo, pueden ser de arcilla, limo, arena (desde muy fina a muy gruesa) o grava (cualquier partícula de más de 2 milímetros de grosor). La textura influye directamente en la porosidad del suelo, movimiento y capacidad de retención del agua y en la presencia de materia orgánica, tras el paso del verano la textura se ve alterada.
Cuánto mayor es el tamaño de los gránulos, mayor es su porosidad externa, la cual permite la aireación del suelo, lo que a su vez propicia una intensa actividad microbiana, que descompone rápidamente la materia orgánica que sirve de nexo de unión a las partículas minerales. Esto ocurre en los suelos arenosos y por este motivo, una de las labores que se practican habitualmente en los campos de golf son los recebos, consistentes en suministrar arena a los suelos. Pero no debemos olvidar, que la planta también necesita de nutrientes, por lo que complementaremos este tratamiento con una fertilización.
La Textura en nuestra piel:
Hace referencia a los tipos de piel, grasa, mixta, normal, seca y sensible. La piel grasa suele tener una textura más gruesa, los poros están dilatados y el aspecto general de la piel es mate, aceitosa y brillante. La piel seca es más fina, puede estar escamosa y áspera, debido a la escasez de agua. Las personas con piel mixta suelen tener la grasa en la frente, nariz y mentón, también conocida como la zona T, y la piel seca o normal en las mejillas. Las pieles sensibles son las que pueden sufrir algún tipo de alergia, intolerancia, eczemas, acnéicas o rosáceas
Los efectos del verano afectan a todos los tipos de pieles. Las células muertas se acumulan dando lugar a una textura áspera y a un aspecto mate. El calor ha dañado o destruido el colágeno y elastina de nuestra piel, por lo que se ve flácida y con pequeñas arrugas, sufriendo además de deshidratación. Para recobrar nuestra textura, debemos mantenerla equilibrada, hidratando y nutriendo la piel, para recuperar y conservar la firmeza, elasticidad y luminosidad.
Tendremos que emplear cosméticos específicos para nuestro tipo de piel, pero esto lo veremos en la siguiente entrada y última de la sección Cuidados específicos después del verano.
Hasta la próxima,